Capítulo 7. Lo peor de las "buenas prácticas"

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Cuando formo a gestores de productos de en organizaciones grandes y pequeñas por igual, lo primero que suelen preguntar es "buenas prácticas". "¿Cómo hace Netflix la gestión de productos?" "¿Cómo define Google la diferencia entre un gestor de productos y un gestor de programas?" "¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que gestionamos el producto como la mejor organización de su clase?

Es estupendo hacerse estas preguntas, y es estupendo conocer sus respuestas. Pero estas preguntas suelen llevar implícita una adición tácita y contraproducente: "¿Cómo hace Netflix la gestión de productos? porque si nosotros hacemos lo mismo, seguro que nos convertiremos en una empresa de éxito masivo".

El atractivo de este pensamiento no es difícil de entender. Dada la ambigüedad que rodea el trabajo de la gestión de productos, tiene mucho sentido buscar orientación en las empresas que, en muchos sentidos, definieron la disciplina en su forma actual.

Pero los peligros de esta forma de pensar son un poco más insidiosos. He aquí tres formas concretas en las que centrarse en las buenas prácticas puede dificultar el éxito de los jefes de producto en activo:

Centrarse en las buenas prácticas conduce a una mentalidad incrédula.
Reducir la gestión del producto a un conjunto de buenas prácticas repetibles significa desechar toda la complejidad ...

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